miércoles, 12 de junio de 2013

El primer paso es siempre la acción.


Hoy era el día. Hoy empieza mi nueva etapa como verdadero emprendedor. Lo tenía todo pero me faltaba lo más importante: empezar. Quizás sea esa la parte que siempre me ha costado más, lanzarme al abismo de la incertidumbre. Pero esta vez lo veo claro, no tengo dudas, y no porque haya hecho lo que muchos consideran como deberes, con grandes estudios de mercado, o complejos cálculos sobre retornos de inversión. Simplemente me he topado con la piedra angular de todo este asunto. Cuando sacas un producto o servicio nuevo al mercado, algo que no existe, es muy difícil prever el comportamiento, recibimiento y aceptación que va a recibir. El exceso de análisis es sin duda el enemigo de la acción. Cuando acabé la carrera en julio del año pasado me conciencié de que antes de emprender en algún proyecto importante era necesario formarme sobre algunos temas de los cuales yo carecía por la propia naturaleza de la carrera que había estudiado. He tardado casi un año en darme cuenta que esa forma de proceder no era la óptima.

Lo que más cuesta a la hora de ponerse en marcha, es ponerse en marcha, es decir, decidir saltar a la acción. Uno siempre es capaz de poner mil y una excusas para autoconvencerse de que aún no es el momento, de que no se está suficientemente preparado. ¡Dichosa  procrastinación!, un virus que afecta a cientos de miles de personas alrededor del globo. La forma de proceder más acertada en este momento es apostar por un modelo, lanzarlo de inmediato al mercado y perfeccionarlo rápidamente en función de la respuesta que éste tenga. Si esperas a que se den las circunstancias ideales y a disponer de toda la información necesaria (lo cual es imposible) el mercado se te va a adelantar. Se muy bien de lo que hablo ya que no han sido pocas las veces que me ha ocurrido eso mismo. Corría el año 2003, yo no tenía moto sin embargo a veces me daba por alquilar una en el único sitio de toda Barcelona que se dedicaba a ello, un pequeño taller cerca de Sants. Lo hacían para aprovechar las motos de cortesía que tenían de sobras, ni tan solo se lo habían planteado para explotarlo como modelo de negocio. Las condiciones climatológicas de Barcelona juntó a la gran afluencia de turistas que recibe nuestra bella ciudad cada año me hizo pensar precisamente en un modelo de negocio basado en el alquiler de motos y ciclomotores, y al cabo de nada empezaron a aparecer empresas dedicadas a ello. En el año 2008 junto a dos amigos nos propusimos llevar a cabo una startup basada en un marketplace de habitaciones entre particulares y al poco tiempo aparecía airbnb y en meses se hacía mundialmente conocida. Hasta en tres ocasiones más después me ha vuelto a ocurrir lo mismo, la última hace apenas un mes. 

En parte eso me ha ocurrido por esperar demasiado, intentar controlarlo todo,  ser demasiado perfeccionista, no querer dejar cabos sueltos. Pero me he dado cuenta que no se trata tanto de empezar siendo grande sino de acabar siendo grande. Está claro que entre ese final, si así puedo llamarlo, y este inicio tengo por delante un gran mar de dudas e incertidumbres donde me equivocaré de dirección muchas veces, donde corregiré el rumbo de mi barco unas cuantas más y donde volveré a salir a navegar con el fin de conseguir mi propósito.

Hoy di un gran paso hacia adelante, saltando por fin a la acción, poniendo la primera piedra de este proyecto. Una conversación que mantuve no hace mucho con una gran amiga puede que sea la responsable de haberme encontrado la chispa que tanto necesitaba para encender la mecha de este cohete llamado acción.