domingo, 15 de julio de 2012

La carrera de la rata

Cada día me doy más cuenta que aún existen muchas personas que optan por participar en la “carrera de la rata”. Para quien no sepa de que va todo esto, el término se refiere a los roedores que encerrados en jaulas corren en un rueda sin fin en la que quedan atrapados y es un símil a la realidad existente en la sociedad actual. Esta carrera hacia ninguna parte simboliza los esfuerzos realizados por la mayoría desde que empiezan a trabajar hasta que se jubilan sin obtener recompensa alguna. Hablo de todos aquellos que tratan de conseguir un título universitario o de posgrado, influenciados, movidos por la creencia de que esto les garantizará un trabajo bien remunerado y bien visto socialmente y una vez lo consiguen quedan condenados hasta la jubilación.

 La mayoría de gente desde que nace actúa por influencia. Actúan según unos principios morales establecidos popularmente. Desde pequeños están bajo la influencia del: obtén las mejores notas, y obtendrás el mejor trabajo. Se les ha programado para actuar de la misma manera, para hacer las cosas que todo el mundo hace, para ir en manada en busca de una seguridad tal como hacen los animales en vez de aventurarse a buscar su propio camino. Esta es la historia de todos ellos.

El chico nace, y pronto va al colegio. Los padres muy orgullosos motivan a su hijo para que estudie, le hacen ver que su futuro es directamente proporcional a las calificaciones que obtenga en la escuela, a menudo dicen, si no sacas buenas notas no llegarás a ningún lado, hoy en día sin una carrera no eres nadie. Entonces el niño se esmera, se esfuerza por creer que su éxito depende de esas clases de física, matemáticas y literatura castellana. Los padres a su vez están entusiasmados porque el niño se destaca, logra calificaciones superiores al promedio, e ingresa a la universidad. Se gradúa, obtiene su primer titulo universitario, en muchos casos puede ser que curse un postgrado, o dos, o tres (últimamente a muchos les da por coleccionarlos) y luego hace todo tal como fuera programado: busca un empleo. Envía cientos de currículum aquí y allá y entonces espera sentado a que le llamen. Así es como el chico encuentra ese trabajo prometedor del que tanto le habían hablado sus padres. Y empieza a trabajar. Es alguien feliz, todos ellos son personas felices. Tienen un sueldo a fin de mes, unas vacaciones pagadas 30 días al año, se sienten afortunados, tienen trabajo. La gente de su alrededor suele felicitarles, generalmente se escuchan frases como: que suerte tienes o menos mal que has encontrado trabajo. Y ellos se lo creen ya que si todo el mundo dice lo mismo, tiene que ser cierto.

Su semana laboral se basa en una rutina, llana y sin sobresaltos. Se levantan cada día a la misma hora, toman el mismo autobús y ya en la oficina les esperan las mismas caras, las mismas conversaciones en las que lo único que cambia es el la temperatura del día. Pero son felices, se sienten seguros. Su sueldo les espera a fin de mes. Trabajan duro porque son adictos a un salario mensual. Algunos se dicen a si mismos que es solo un trabajo para salir del paso, aseguran que tan solo se trata de una solución temporal para ganar experiencia y luego montar un negocio o irse a otra empresa donde las condiciones sean mejores. Pero la realidad es otra.Teniendo dinero para quemar, normalmente aprovechan el poco tiempo que les queda libre para gastar como antídoto al sufrimiento de toda la semana. Y llega un día en el que se casan. Hombre y mujer se sienten exitosos, su futuro es brillante, y deciden comprar una casa, un automóvil, una televisión de cincuenta pulgadas, tomar vacaciones y tener hijos. Y entonces llegan más gastos. Los que querían abrir su propia empresa se ven forzados a seguir con su trabajo porque no pueden permitirse tomar el riesgo de vivir sin un sueldo. Apenas tienen dinero ahorrado pese a tener buenos sueldos pues su nivel de consumismo es directamente proporcional al de sus ganancias. Solo se han formado para hacer rico a alguien, la persona para la que trabajan. Durante su etapa académica se esforzaron para sacar las mejores notas pero no para cultivar otras facetas no menos importantes para destacarse del resto. Por ello son solo alguien más de entre cientos de miles. Los que se cambian de empresa a menudo cobran más, la rueda en la que corren es más grande, se sienten mas cómodos pero pese a cambiar de escenario, la carrera sigue siendo la misma.

El resumen es muy simple. Ellos trabajan para los dueños de sus compañías; para el gobierno, pagando sus impuestos; y para los bancos, al pagar las cuotas de su hipoteca y de sus tarjetas de crédito. Muchos son conformistas a los que no les molesta estar en tal situación pese a ser conscientes de ello. Es como a un fumador al que no le molesta seguir fumando pese a saber que no es bueno para su salud. Hay otros que ni se preguntan esto porque simplemente no se han dado cuenta de la realidad que les envuelve. Su mente esta tan perturbada por el entorno en el que han vivido que simplemente consideran lo que hacen como algo natural. Aquello para lo que nacieron y fueron programados, por la escuela, por sus padres, por su entorno. Alguien un día les dijo el camino que debían tomar y ellos decidieron obedecer sin hacerse demasiadas preguntas. Puede que para ellos esto sólo sea una visión falsa de la realidad, puede que no les diga absolutamente nada pero me gustaría al menos alguien se de cuenta que no sólo existe un camino. Y que en ocasiones tomar el sendero alternativo vale la pena.

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